viernes, 20 de julio de 2007

La despedida

Para variar pongo a su consideración la letra de una canción... Esta es la despedida, esa despedida que me costó un montón de tiempo, pero que conseguí, y de la cual estoy orgullosa, porque para dejar ir a alguien que uno ama hay que ser valiente...



Artista: Fito Páez
Album: Abre
Canción: La despedida

Algo se detuvo en punto muerto
y fue tan grande ese silencio,
fue tan grande el desamor
restos de un navío que encallaba
yo te quise,
yo te amaba
no se bien lo qué pasó

Cuando los jazmines no perfuman
cuando sólo vemos bruma
cuando el cuento terminó
Todo nos parece intranscendente
no es cuestión de edad o de suerte
de esto se trata el amor

Tengo que correr,
tienes que correr
a toda velocidada toda velocidad ....

Veo tus pupilas descubriendo algún Chagall
en el invierno, creo del ´83
yo estoy a tu lado revolviendo,
ordenando libros viejos que leí pero olvidé
Besos de tu madre en el teléfono
y la lluvia es un espejo
que me ayuda a verte bien
oigo tu sonrisa que ilumina
el estudio y la cocina
entre las copas y el café

Tengo que correr,
tienes que correr
a toda velocidad
a toda velocidad ...

Sabe amargo el licor,
de las cosas queridas
se acabó lo mejor,
quién nos quita esta herida
tu me pierdes a mí
yo te doy por perdida
es la hora de huir,
la despedida,
la despedida ...

Tengo que correr,
tienes que correr
a toda velocidad
a toda velocidad ...

de los gatos



Entre los amores grandes y constantes de mi vida están los gatos…
Ahora, y desde hace siete años, tengo en mi vida al Humo, un gato gordo y grande,
hijo único, mimado, celoso, intemperante, es decir, un gato.
Amoroso total, dormilón, sigiloso, bullicioso, un oxímoron completo.
Me gusta, me hace feliz la idea de tener un compañero al llegar a la casa. El amor casi desinteresado de los dos (casi digo, porque sé que él busca cariño, cobijo y comida, y él sabe que yo busco su calor, su ruido, su pana y amor), la independencia, la compañía.
Había dicho antes que me gustaba el Gato de Cheshire, pues he ahí.
Busco en el Humo la sonrisa de ese gato, y la encuentro.
Y hablo con él y me escucha ¿locura?, pues a lo mejor sí, pero de esas que a uno le hacen feliz...

Ahí es cuando me siento un poco Alicia. Viviendo en un mundo extraño, donde el único que sonríe, es un gato...

Personajes




Entre los muchos personajes que admiro, por diversas causas, se encuentran Frida Kahlo y Federico García Lorca, sobre quienes he leído mucho, propio y ajeno.
Frida fue una incomprendida, solitaria, obsesiva y radiante mujer, llena de color, barroca, egocéntrica, maternal. Mi curiosidad por ella surgió hace años, cuando me llevaron al teatro Politécnico a ver una película sobre la vida de esta polémica mujer.
Yo era chiquita aún, y cosa extraña, la película no me extrañó demasiado, digo, no en el sentido de escandalizarme, aunque hubiera un par de escenas fuertes (tomando en cuenta que yo aún estaba en la escuela).
Desde entonces le tengo cariño a la figura de la Friducha y en Madrid, donde vi la versión de la vida de la pintora, encarnada por Salma Hayek, compré dos biografías y un libro para niños sobre ella.
Una de las mayores coleccionistas de las obras de la Kahlo es la también polémica Madona. Otra mujer interesante e icono actual.
No he tenido aún la posibilidad de ir a México y estar en Coyoacán visitando la Casa azul, ni de ver de cerca los vestidos y joyas de la excéntrica Frida, pero espero hacer eso pronto, como para sentirla un poquito más cerca.

Federico García Lorca es uno de los primeros autores que leí cuando era pequeña, de ahí mi amor por él. Yo tenía un hermoso libro con poesía para niños de García Lorca, y memoricé El lagarto y la lagarta

El lagarto está llorando
(Federico García Lorca)

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantaritos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay cómo lloran y lloran
¡ay! ¡ay!, cómo están llorando!


Luego, ya en la universidad, leí su teatro y el nexo se fortaleció.
En Granada fui a su casa (la quinta de San Vicente), que ahora está en medio de un parque, y fue una de las experiencias más conmovedoras que he tenido, difícil de explicar.


Al pensar en estas dos figuras, un poco locos, soñadores totales, iconos de su tiempo, polémicos, pienso en que cada uno de nosotros busca un mártir en quien creer y a quien creerle…

¿ustedes no?

jueves, 19 de julio de 2007

amigos...

Hace rato quería escribir respecto a los amigos, porque da la casualidad de que a estas edades a los amigos se les da por irse a vivir fuera y el que se queda los extraña con locura y espera que el tiempo pase volando para volver a sus ojos, a su calidez, a su compañía.

Uno de mis grandes amigos se fue este año fuera, lejos, y no sé cuándo nos volvamos a ver, espero que no pase mucho tiempo. Y como no soy constante con la correspondencia, no le he escrito en semanas, no he sabido nada de él, pero pienso en él con frecuencia y tengo su foto en mi pared, junto a las de otros grandes amigos.

El Daniel, la Ana, la Saras, la Majo, el Esteban, la Margarita, el Felipe, el Henry, el Javier son afectos que se han quedado en mi vida y que por un montón de razones no están aquí o están por irse o por volver.
Así que a mis viajeros un abrazo y pronto retorno, les espero siempre...

de cuando los sentimientos se esconden...


No me había sucedido antes, pero para todo hay una primera vez.

El otro día pensé, por un momento, que me había quedado vacía, sin un sólo sentimiento, bueno o malo, y me asusté.

Lo primero que se me ocurrió hacer fue salir corriendo a la casa de una amiga, para hablar al respecto (se trata de esa necesidad femenina de hablar de todo, de cada detalle, de buscar opiniones, de compartirlo todo).

Allí, mientras ella se depilaba, su novio veía la tele y yo monologaba, me tranquilicé. Fuimos a comer y luego a otro amigo se le ocurrió la brillante idea de ir a Papallacta por la noche. La verdad es que fue la mejor idea, una especie de terapia grupal. Fuimos y me relajé tanto, que empecé a sentirme yo otra vez.

Y la idea sigue rondándome en la cabeza; mejor dicho, la pregunta: ¿puede uno quedarse sin sentimientos?

Aparentemente sí, porque ya me pasó, y fue poco tiempo, pero sucedió y el pánico fue enorme, casi llega a la paranoia.
Ayer hablé al respecto con un par de amigas, y lamentablente les había sucedido eso alguna vez. Ya se habían sentido vacías de cualquier clase de sentimiento a partir de alguna relación fallida con un hombre o luego de algún encuentro amoroso, que de amoroso no tuvo mucho.
Digo todo esto respecto al sexo casual, y es que pensé que yo no tenía problemas al respecto, pero al parecer los tengo, y no creo que sean problemas o conflictos de moral, no. Creo que se trata de las etapas por las que uno pasa, de las que se cansa o a las que vuelve.
Ahora pienso mucho más en mí que hace un par de años o hace un mes. Creo que he vivido un buen proceso de sanación interior, de purga, y algo que hice el otro día me produjo rechazo, rechazo del pasado, del dolor, del vacío. Creo que el no haber sentido nada por un par de horas fue como la solución que encontró mi siquis para no salir lastimada.
Anulé sentimientos y salí invicta de la batalla, y entendí que hay un tiempo para todo y que este no es precisamente mi momento para acercarme a alguien masculino, con otra intención que encontrar su amistad.
Y a todo esto planteo una pregunta abierta, que puede ser respondida o no ¿han sentido que se quedan sin un sólo sentimiento alguna vez?

lunes, 9 de julio de 2007

OCHO COSAS QUE CASI NADIE SABE DE MÍ...


esto era parte de un juego del blog de alguien, no recuerdo de quién y tenía reglas, tampoco las recuerdo; la cosa es que cada uno escribe ocho cosas que nadie conoce de uno, y las publica, e invita a un grupo de amigos a repetir la secuencia.


  1. Cuando tenía unos dos años mi mascota era un conejo blanco, al que sin querer maté de tanto amor, porque le llevaba agarrado del cuello repitiendo: "mi cato, mi cato"... Nunca más he tenido conejos, sólo gatos...

  2. La primera palabra que aprendí a escribir fue "papá"; la escribí en toda una parede de mi cuarto. Cuando mi mamá llegó del trabajo y vio la obra de arte no tuvo corazón para reclamarme nada, mi papá estaba en el Brasil.

  3. No me gustan las sopas y rara vez como mote, jejeje, culpa de Mafalta.
  4. Mi papá se volvió a casar hace unos tres años. No le hablé por un par de meses... Ahora me llevo bien con su esposa, a la que de cariño y en chiquis llamo "mi madrastra malvada".

  5. Mi cuento favorito durante la niñez se llama "El caballito jorobadito", un cuento ruso lindísimo, escrito en verso y con unas ilustraciones alucinantes. No entendía cómo las otras niñas nunca habían leído ese cuento...

  6. Siempre tiemblo durante el primer día de clases. Es duro enfrentarse ante un nuevo auditorio cada semestre. A veces tiemblo el semestre entero... hay grupos difíciles.

  7. Soy una coleccionista de cierto tipo de libros... Tengo guardados mis cuentos favoritos de la niñez, y tengo varias versiones de "Alicia en el país de las maravillas". Me encanta el gato de Cheshire...

  8. Lloré la primera vez que entré a un museo en España. En Madrid entré al Thyssen-Bornemisza, un pequeño museo cercano al museo del Prado. Cuando empecé a ver las obras de arte modernas y contemporáneas no pude contener todo lo que sentía. Vi un cuadro de Dalí, y nunca me había llamado demasiado la atención ese pintor en particular, pero sentí algo tan especial al ver el formato del cuadro, los colores y al ser consciente de que tenía una obra original ante mí, que las lágrimas cayeron solitas...

El día de la independencia...



Se acerca el día de la mudanza. En agosto me
voy a vivir sola y tengo una mezcla de sentimientos que aún no sé cómo manejar.
Nunca he vivido sola; lo más cercano a esa experiencia fue vivir en Madrid sin mi familia, pero de eso ya son casi cuatro años.
Ahora que no hay beca que me mantenga, sino solo mi trabajo y mi esfuerzo, ahora que las cosas me cuestan a mí por completo, ahora que salgo y pienso en el plato, la cuchara o la refri, ahora es cuando siento que la cosa va, y tiemblo.
La verdad es que considero que soy independiete desde hace tiempo, me refiero a lo emocional; me gusta estar sola (bueno, con el gato), seguir mis horarios, salir todo el día o no salir ni un ratito, es decir no depender de tiempos ajenos. Pero estoy acostumbrada a que llegada la noche hay alguien más por ahí, alguien que a veces prepara mi desayuno, charla sobre las rutinas, me mima, quiere pasar tiempo conmigo y es incondicional (me refiero a mi mamá), y eso está a punto de terminarse...
Yo digo desde hace rato que ya es horita, que si no cortamos el cordón umbilical antes de los 30 entonces cuándo, pero del dicho al hecho hay un tramo largo.
He preferido pensar en cómo quedará mi casa nueva, en cómo administrar el espacio, en dónde irá tal foto o tal cuadro, en cómo se verán los libros en los estantes, para no pensar en lo real, en lo importante, en estar sola todo el tiempo en un espacio propio, en empezar nuevas rutinas, ya no de hija, sino de mujer soltera, y cada vez que pienso en ese tipo de detalles siento cosquilleo en el pecho, y a veces se me llenan los ojos de lágrimas...
Cuando pienso en lo que voy a extrañar de la convivencia materna se me ocurren unas cuántas imágenes: voy a extrañar la posibilidad de meterme en la cama de mi mamá los fines de semana, voy a extrañar el sonido de la licuadora, la pelea por el baño, los regaños por el gato, todo eso que es tan cotidiano y que parecería no tener un lugar importante en nuestras vidas.
Somos animales de costumbres no...
Y eso, que esto de ser adulta me está costando, pero a la vez me está gustando. Mientras más nos cuestan las cosas más felices nos hacen a la larga, eso dicen, eso creo.
Agosto=mes de mudanza
Empieza una nueva etapa, una muy buena, pero aun así tiemblo... como antes de subirme a la montaña rusa, como al bajarme también, jajaja.