miércoles, 18 de junio de 2014

No soy la misma

Por fortuna o por infortunio no soy la misma que era hace cuatro años, en el 2010, cuando nos conocimos.
No puedo dudar, ni por un segundo, respecto a cuánto he cambiado y crecido a partir de esa relación.
No soy la misma y eso prueba que me pude entregar, quise cambiar cosas de mí para ser mejor pareja, mejor persona. Durante mucho tiempo él sacó lo mejor de mí, lamentablemente yo fui capaz de sacar lo peor de él, siento que era capaz de enloquecerlo y él a mí.
Fue una relación absolutamente pasional.
Claro que he cambiado, y en tantos aspectos, de tantas formas. Mi cabeza se abrió de muchas maneras, y se cerró de muchas otras. No quedó intacto nada.
Y entre tanto cambio ahora me busco, en el fondo, en lo profundo, para ver qué quedó, qué quiero rescatar y de qué prefiero deshacerme.
No estoy bien aún, no me siento completa ni tranquila todavía, pero siento que ese camino comenzó, que ahora queda curar, reposar, pensarme, repensarme, hacer planes sola, aprender a estar sola.
Y me queda la nostalgia, me me invade todos los días, con la que aún duermo.
Pero afuera hace sol, un lindo día. Empezó el verano. El viento sopla.
La gente está de mejor humor.
El año del caballo me arrastró, pero parece que ya se detuvo un rato o que retomé yo el paso.

martes, 17 de junio de 2014

¿Y las perdices?

Me quedé esperando el final feliz de la historia: Él se confunde, termina con la relación, pasa el tiempo y se da cuenta de que su mejor versión de sí mismo actúa cuando está con ella. La busca y comen perdices para siempre.
Jamás he comido perdices, no sé si me gusten y tampoco sé por qué espero finales felices, de cuentos de hadas que jamás ocurren.
Me concentro en lo que no tengo y no veo lo que está en mis narices.
Afuera hace un sol veraniego, sopla el viento.
Afuera no estoy triste, encerrada ni frustrada.
No necesito comer perdices.
Tengo todo lo demás.

domingo, 15 de junio de 2014

lo que dejan los ex

Al hacer una readecuación del a casa, que ya es mi casa y no nuestra casa, encuentro sus cosas: fotos, sombreros, libros, ropa, zapatos, cables, herramientas, documentos, condimentos...
Decido sacar todo, no volverlo a ver.
No funciona, está en todas partes aunque sus cosas no estén.
Está en los rincones, en los recuerdos, es doloroso pasar por ciertos lugares, ocupar esos espacios que ya no son más nuestros, y aún parece imposible habitar este hogar pensándolo como solo mío.
El gato al que le puso nombre ya no se acuerda de él, pero yo sí.
Empiezo a recordar el proceso doloroso de mi separación anterior, hace años.
En esa ocasión dejé de escuchar cierta música, de ir a ciertos lugares y ver a cierta gente, y recordé que eso ayudó en algo, pero no fue la solución para nada.
Ahora México me duele, y todo tiene que ver con ese país, no sé por qué.
Busco algo como una purga, vomitarlo todo, deshacerme de todo lo que tengo dentro, aunque duela.
La purga me hizo cambiarme de cuarto, volver al blog, ver a cierta gente, intentar salir más.
La purga aún está en su inicio y es dolorosa, espero que funcione.

Pero además del dolor, los ex dejan cosas buenas, intento quedarme con eso, que es bastante.
Recuerdo con cariño sus detalles, que fueron miles. Sus ganas de cocinar para mí y los míos, la música que grabó para mí, las fotos que me tomaba cuando comenzamos, las caminatas por el centro, los apodos cariñosos, su calidez, su inteligencia, su agudeza, su dulzura.

Son tesoros que lamentablemente debo dejar de atesorar y añorar para poder sobrevivir. Debo hacer como él me enseñó una vez, pasar de un momento a otro, dejar que él y los recuerdos con él se queden en ese otro momento, en el pasado.


jueves, 12 de junio de 2014

En el camino

Hace tres semanas empezó este camino incierto y a solas. Hace tres semanas se terminó la relación más importante que he tenido hasta ahora con otro ser humano/pareja. Esta semana ha sido la peor de tres, y quién sabe cuántas faltan. Ahora mismo estoy en un instante de calma, en un día no tan malo de una semana terrible. Ahora puedo ver las cosas de pie y no tirada en el piso, sin ánimos, sin ganas, sin esperanzas.
Ti habló de dejar ir, yo aún no me siento capaz de soltar, aún estoy aferrada a lo que fue y ya no será. Es muy poco tiempo y mucho, es mucho daño, mucha soledad pero muy poco tiempo para olvidar y dejar ir. Espero estar bien pronto, espero reponerme y rearmarme y sobre todo reconocerme y dejar de sentir lástima por mí y rencor hacia él.
Es mi año en el horóscopo chino y siento que he sito arrastrada por potros salvajes a través de matorrales con espinas.
Me acuesto en la cama y vienen los gatos a hacerme compañía, no me dejan, están alertas a cualquier ruido, movimiento, decisión o llanto.
Durante las noches de insomnio están conmigo, mientras me preparo un té, mientras busco algo para ver que me dé sueño, mientras me doy vueltas en la cama con ideas fijas y odiosas, y recuerdos y reproches.
La paso mal, pero no estoy sola.
Intento recordar cómo fueron esos años en los que disfrutaba tanto de la soledad, en los que no buscaba pareja, en los que no dependía emocionalmente de nadie. Ahora soy dependiente y tengo síndrome de abstinencia y me desgarro.
Me inscribí en un gimnasio, estoy haciendo yoga, intento estar rodeada de gente gran parte del día, voy al trabajo, veo series, salgo, voy al cine, camino, como, y al final del día siento que soy una autómata, vivo porque no hay de otra y eso no me enorgullece. 
Hoy disfruté de la luz del sol mientras estaba sentada en el bus.
Disfruté de acostarme un rato al lado de mi mamá, disfruté de un almuerzo en familia, hice alguna broma, me permití sonreír.
Hoy no dejé ir nada aún, pero siento que yo me dejé llevar un poco.
Me he descubierto temerosa de la soledad, de los cambios, de lo nuevo.
Me aterra la idea de buscar un doctorado lejos y sentirme miserable estando sola.
Me aterra no volver a sentir amor.
Me aterra no volver a ser amada.
Me aterra conservar este malhumor, este cinismo, esta pena de mí, este rencor, este enojo, esta rabia.
Estoy aprendiendo de mis temores, terrores.
Y los gatos me acompañan incondicionales, y ahora su abrazo es mi abrazo diario.

lunes, 9 de junio de 2014

mujeres

Vivo en un mundo en el cual me rodean mujeres. Estoy rodeada, vea hacia donde vea, por mujeres fuertes, diversas, valientes, y pienso en ellas hoy para no desmoronarme.

Estoy rota, y aún no puedo juntar mis piezas, me está costando, doliendo.

Y la mujer que me levantó hoy está al otro lado del mundo, a miles de kilómetros y trece horas de diferencia horaria,  y me acaba de decir que me escribirá en mi mañana y logra sacarme una sonrisa, y se va a trabajar, y la vida sigue.

Y la mujer que pasó por una odiosa cirugía y un millón de tratamientos médicos durante el último año me pregunta siempre cómo estoy, me acompaña, me escucha, y la vida sigue.

Y la mujer que no duerme nunca por atender partos, estudiar y trabajar me va a ver posguardia, como en medio de un sueño, y me acompaña, y la vida sigue.

Y la mujer mamá me da de comer tres veces a la semana, e intento lucir tranquila, estable, y cuando me desmorono llora conmigo un rato, y luego la vida sigue.

Y así mis mujeres, las más queridas, todas, me acompañan en estos traspiés, me comprenden, me animan.

Y las ganas que tengo de despertarme de esta pesadilla se transforman en calma por un momento y a lo mejor logre dormir luego de tomar este té y de hablar de ellas cuatro, y seguramente me voy a despertar en mi mañana un poco más fuerte, o tal vez aún no, pero ellas van estar ahí de todos modos y eso me deja acostarme e intentar dormir.

Un día a la vez, un día a la vez.


sábado, 7 de junio de 2014

años luz

Hace tanto tiempo que no había venido por aquí. Y vengo hoy, frustrada, enojada, deprimida.
Es una lástima haber dejado este espacio por tanto tiempo y volver a él cuando me siento así de sola y vacía.
Este lugar me dio libertad, era un espacio que espero poder retomar, para hablar de todo y de nada, de lo que me pasa, de los que me rodean.

Hoy tengo 35, y me siento como cuando tenía quince años menos, pero no por la juventud y vitalidad, sino porque siento que no he aprendido a llevar bien mis relaciones, mis finanzas, mi vida.

En lugar de aprender a desprenderme, estoy más aferrada que nunca a todo, más rencorosa, más enojada.

Me odio un poquito y odio un poquito al mundo, y a los cinco minutos estoy de buenas conmigo y con el mundo y luego vuelvo al odio y así.

En estos tres últimos años perdí a varias amigas, por distintas razones, y ahora son desconocidas, y es doloroso no saber de sus vidas, aunque en su momento yo decidí tomar distancia, porque me parecía lo más saludable y a ellas les pareció bien, porque jamás me buscaron. Y hace poco perdí a mi pareja, que pensé que era la pareja de mi vida, mi hogar. Ahora me siento más sola que nunca.