miércoles, 31 de diciembre de 2014

fin de año, fin de tramo

Se termina hoy este año, tan duro, tan difícil para el amor y el desamor, tan inesperado y doloroso y al mismo tiempo tan grato en amistades y recorridos.
Es inevitable pensar en lo perdido, en lo que se quedó en el camino y en lo que se acabó. Dejo este 2014 con dolor por todo eso pero contenta por la gente que ha continuado cerca y por gente maravillosa que ha aparecido.
He viajado, he ido y venido y estoy nuevamente aprendiendo a transitar sola por estos caminos.
Esta semana apareció en mi vida como por arte de magia una perrita, está ahora en la casa y estamos acompañándonos, es parte de nuestra familia urbana intercultural y estamos felices de tenerla cerca.
Mi pequeña V. ha crecido un montón, ahora es divertido charlar con ella y preguntarle cosas y escuchar sus respuestas infantiles.
Con la L. somos más cercanas que nunca.
La C. sigue viviendo acá, seguimos fortaleciendo la amistad y la familia urbana.
Con la I. hay un distancia enorme desde hace más de un año, pero seguimos, aunque de forma discontinua, siendo parte de la vida de la otra.
El D. también ha sido un compañía importante en estos últimos meses tan duros, es un amigo solidario y confiable.
La G. está bien de salud, está experimentando el sector público y viviendo fuera de Quito, tan valiente y fuerte como solo ella sabe ser.
La N. vino de vacaciones pero es evidente que siente un abismo entre nosotras que nosotras no sentimos, lo cual es triste porque no nos hemos visto como deberíamos y quisiéramos, pero aún hay días para arreglar las fisuras y cariño inmenso que perdura pese a la distancia y los malos entendidos.
Vinieron a nuestras vidas dos mexicanos, una pareja muy linda y querida, hicieron parte de nosotros inmediatamente.
El trabajo ha sido bueno este año, han salido varias chauchas, me subieron el sueldo.
Con mi mamá siento cada vez una distancia más grande, y es extraño porque nuestro amor por supuesto es incondicional, pero creo que no nos vemos reflejadas en la otra como antes y eso ha sido duro.
Y así transcurrió un año más, uno del caballo, que me revolcó y me hizo reconocerme otra vez y en eso estoy, en el continuo y eterno reconocimiento.