Luego de ochos semanas le pedí que nos viéramos a los ojos, y se negó. Me negó lo único que me quedaba, esa fue la despedida, esa y el silencio que nos impuso, me refiera a él y a mí..
Lo que me queda... no esperar nada, dejar pasar por mí el dolor hasta que desaparezca, desquererlo (a él), desamarlo, odiarlo un poco, por cobarde, sobre todo por cobarde, sí, creo que lo demás ahora resulta secundario, bueno, por cabrón también.
Lo más difícil... reenamorarme de mí, reconciliarme con lo que dejé, entender mis temores para hacerlos chiquitos y manejables, reaprender a estar sola, saber estar sola, disfrutar de estar sola, como antes, como hace 4 años, cuando sabía acompañarme a mí, con la ventaja de que tendré 4 años más de sabiduría y experiencia y dos gatos enormes y hermosos, bueno, los gatos ya los tenía, pero eran pequeños.
La que soy ahora tiene dos gatos, uno adulto y uno joven. Esta que soy hoy se pintó el pelo de rojo y se lo cortó, ha viajado a dos nuevos países, está aprendiendo inglés, terminó la segunda maestría, presenta ponencia en una semana y está aprendiendo a patinar... pura ganancia.
Además al fin encontré la Alicia anotada que siempre había querido.
Esta nueva yo está buscando su lugar, se está purgando, se está rehaciendo, una vez más.
Esta yo comparte con la otra el llanto, siempre he sido llorona, ahora más, lloro con más experiencia. Y esta yo sabe reírse de sí misma mejor que las yo anteriores.
Esta yo que me cae mejor que la otra, a ratos, volvió al blog, esa también es ganancia.
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