Efectivamente, después de la tormenta viene la calma, por suerte esas cosas pasan así como vinieron, cual aguacero fuerte y luego del friecito... el calor y la quietud.
Creo que las lágrimas surtieron efecto después de todo.
Ayer lloré y hace rato que no lo hacía y fue catártico. Todo salió con el pretexto de la cancelación del viaje. Por suerte aprendí de mis errores pasados y tenía plan b y c, que tampoco es que estén mal, así que ya les contaré en qué quedó mi vida cuando termine de resolverse.
En fin, siempre nos quedará Paris...
1 comentario:
Querida Lilit:
Pues sí, siempre es bueno llorar para sacar las cosas que tenemos adentro y siempre resulta que hasta salen cosas que ni nos imaginamos, pero salen y eso es lo importante.
Aunque parezca fatalista, las cosas siempre suceden por algo, porque hay mejores planes para nosotros, porque hay cosas más convenientes que van a llegar o solo porque no es el momento, así que, ánimo, que de seguro tus planes b y c serán mucho más satisfactorios.
Y, cierto, siempre nos quedará París.
Un abrazo.
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