jueves, 12 de junio de 2014

En el camino

Hace tres semanas empezó este camino incierto y a solas. Hace tres semanas se terminó la relación más importante que he tenido hasta ahora con otro ser humano/pareja. Esta semana ha sido la peor de tres, y quién sabe cuántas faltan. Ahora mismo estoy en un instante de calma, en un día no tan malo de una semana terrible. Ahora puedo ver las cosas de pie y no tirada en el piso, sin ánimos, sin ganas, sin esperanzas.
Ti habló de dejar ir, yo aún no me siento capaz de soltar, aún estoy aferrada a lo que fue y ya no será. Es muy poco tiempo y mucho, es mucho daño, mucha soledad pero muy poco tiempo para olvidar y dejar ir. Espero estar bien pronto, espero reponerme y rearmarme y sobre todo reconocerme y dejar de sentir lástima por mí y rencor hacia él.
Es mi año en el horóscopo chino y siento que he sito arrastrada por potros salvajes a través de matorrales con espinas.
Me acuesto en la cama y vienen los gatos a hacerme compañía, no me dejan, están alertas a cualquier ruido, movimiento, decisión o llanto.
Durante las noches de insomnio están conmigo, mientras me preparo un té, mientras busco algo para ver que me dé sueño, mientras me doy vueltas en la cama con ideas fijas y odiosas, y recuerdos y reproches.
La paso mal, pero no estoy sola.
Intento recordar cómo fueron esos años en los que disfrutaba tanto de la soledad, en los que no buscaba pareja, en los que no dependía emocionalmente de nadie. Ahora soy dependiente y tengo síndrome de abstinencia y me desgarro.
Me inscribí en un gimnasio, estoy haciendo yoga, intento estar rodeada de gente gran parte del día, voy al trabajo, veo series, salgo, voy al cine, camino, como, y al final del día siento que soy una autómata, vivo porque no hay de otra y eso no me enorgullece. 
Hoy disfruté de la luz del sol mientras estaba sentada en el bus.
Disfruté de acostarme un rato al lado de mi mamá, disfruté de un almuerzo en familia, hice alguna broma, me permití sonreír.
Hoy no dejé ir nada aún, pero siento que yo me dejé llevar un poco.
Me he descubierto temerosa de la soledad, de los cambios, de lo nuevo.
Me aterra la idea de buscar un doctorado lejos y sentirme miserable estando sola.
Me aterra no volver a sentir amor.
Me aterra no volver a ser amada.
Me aterra conservar este malhumor, este cinismo, esta pena de mí, este rencor, este enojo, esta rabia.
Estoy aprendiendo de mis temores, terrores.
Y los gatos me acompañan incondicionales, y ahora su abrazo es mi abrazo diario.

No hay comentarios: