Me quedé esperando el final feliz de la historia: Él se confunde, termina con la relación, pasa el tiempo y se da cuenta de que su mejor versión de sí mismo actúa cuando está con ella. La busca y comen perdices para siempre.
Jamás he comido perdices, no sé si me gusten y tampoco sé por qué espero finales felices, de cuentos de hadas que jamás ocurren.
Me concentro en lo que no tengo y no veo lo que está en mis narices.
Afuera hace un sol veraniego, sopla el viento.
Afuera no estoy triste, encerrada ni frustrada.
No necesito comer perdices.
Tengo todo lo demás.
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