domingo, 25 de noviembre de 2007

Pensando, luego de los 29

Días extraños...
Antes de ayer (viernes) salí con dos amigas, y para variar hablamos de hombres y relaciones.
Y no sé si me asusta o solo me sorprende el hecho de que las histiorias se repitan.
Amores intensos y cortos que se desvanecen porque ellos huyen, se ocultan.
Nosotras con el corazón roto, otra vez, intentando entender el por qué de la huida, cuando generalmente no hay un por qué (más de una vez ellos me han dicho "no intentes entenderme").

Nosotras intentando encontrar el equilibrio en una relación, confiadas, creyendo en las palabras.
Otra vez empiezo a dudar sobre la existencia del amor y el valor de las palabras.

Me siento confundida, confundida y tentada a huir, a esconderme en mí, a no ver hacia afuera. Huir hasta asegurarme de que estoy sola, de que no corro peligro.
Encontré lo que no buscaba y me quedé, me dejé sorprender y ahora quiero correr, volver a no buscar y no encontrar.


Que se llama soledad
Joaquín Sabina

Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
a esa hora maldita
en que los bares a punto están de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañe el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Adán;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitación abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
más raro fue aquel verano
que no paró de nevar.

1 comentario:

Olivia dijo...

Lilit
No sé qué decirte, yo tantas veces me sigo sintiendo igual, cuesta creer, cuesta seguir y siempre da ganas de correr, así es la vida, pero insisto en que la espera valdrá la pena, cuando llegue esa persona que debe llegar seguramente te encontrará sabia y segura y feliz contigo misma y con la vida. En fin, por el momento estamos tus amigos, para compartir el camino y acompañarte en la huida. Un abrazo de otra forajida.