Vivo en un mundo en el cual me rodean mujeres. Estoy rodeada, vea hacia donde vea, por mujeres fuertes, diversas, valientes, y pienso en ellas hoy para no desmoronarme.
Estoy rota, y aún no puedo juntar mis piezas, me está costando, doliendo.
Y la mujer que me levantó hoy está al otro lado del mundo, a miles de kilómetros y trece horas de diferencia horaria, y me acaba de decir que me escribirá en mi mañana y logra sacarme una sonrisa, y se va a trabajar, y la vida sigue.
Y la mujer que pasó por una odiosa cirugía y un millón de tratamientos médicos durante el último año me pregunta siempre cómo estoy, me acompaña, me escucha, y la vida sigue.
Y la mujer que no duerme nunca por atender partos, estudiar y trabajar me va a ver posguardia, como en medio de un sueño, y me acompaña, y la vida sigue.
Y la mujer mamá me da de comer tres veces a la semana, e intento lucir tranquila, estable, y cuando me desmorono llora conmigo un rato, y luego la vida sigue.
Y así mis mujeres, las más queridas, todas, me acompañan en estos traspiés, me comprenden, me animan.
Y las ganas que tengo de despertarme de esta pesadilla se transforman en calma por un momento y a lo mejor logre dormir luego de tomar este té y de hablar de ellas cuatro, y seguramente me voy a despertar en mi mañana un poco más fuerte, o tal vez aún no, pero ellas van estar ahí de todos modos y eso me deja acostarme e intentar dormir.
Un día a la vez, un día a la vez.
1 comentario:
Sin decir más... a veces volvemos a los lugar que nos permiten gritar. Estos son nuestros hoyos en árboles virtuales.
mira lo que son las cosas esta mañana escribía sobre el ejercicio de dejar ir http://icarojr.blogspot.com/2014/06/el-ejercicio-de-dejar-ir.html
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