Veo Paterson, por
sugerencia de C., y veo la belleza de lo cotidiano, lo repetitivo y cambiante,
lo idéntico y distinto, el pasar del tiempo detenido, los gemelos por doquier,
la poesía de lo cotidiano, la belleza del amor, el pueblo detenido en los 50,
las calles viejas, los buses destartalados. La rima interna, el poema, el poema
que se escribe a diario, casi solo, como sin esfuerzo. Es la mirada, esa mirada
construye la poesía de la nada, aparentemente de la nada. El poema surge, el
lenguaje se forja, se reinventa, se arma. Los círculos negros de las cortinas,
los círculos de los mufins, los círculos de su suéter, todo en blanco y negro.
Extraño tu profundidad, no hacía falta hablar de temas
profundos, tú hablas profunda, honestamente. Te extraño, C.
Extraño tu simpatía y tu empatía, tu voz que resuena en
todas partes, tu talento, la forma loca en la que vistes, las mallas rojas, los
detalles en el delineador un día, en el pelo otro día…
Una arma familias, va armando familas a las que deja de ver
porque la vida cambia y los caminos entrecruzados se separan y una hace planes
para no dejar de verse, para poder compartir algo de cotidianidad y de
presente.
Te extraño como se extrañan las buenas compañías, que son
buenas en la charla, en la solidaridad, en el silencio, en las ideas.
Cuánto cariño se genera, cuánto cariño hace falta para
reinventarse tantas veces, de tantos modos, en tantas circunstancias
diferentes.
Suena el carrito de los camotes, el silbato, son las 7,
oscurece temprano, hace frío, no quiero salir de la cama, no queremos salir de
la cama, los gatos se enroscan, nos hace frío. Nos hace nostalgia también, han
venido hoy los recuerdos de esas otras vidas que vivimos antes que esta, esas
otras aventuras que se sentían más cotidianas, más propias, más ubicadas.
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Estamos hoy en un viernes como si no fuera viernes, como si
de un domingo se tratara. Estamos hoy los tres sintiendo el frío y los ruidos
de la calle, un avión, un camión, una persona que estornuda de forma ruidosa y
estridente, un portazo, unas llaves abriendo puertas metálicas, el agua que se
va, el silbato del carrito de camotes
otra vez.
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